
A dos años de su partida queremos recordar a una gran mujer de Dios.
El día Miércoles 27 de mayo de 2015 Dios llamó a su presencia a nuestra Pastora Juanita Olivares Barrientos, quien junto a su esposo nuestro Pastor Armando Azócar Azócar por más de 40 años administraron nuestra Iglesia en Rancagua.
Recordar a esta Gran Mujer entregada en las manos de Dios. Siendo además una fiel compañera Espiritual, estando siempre presente y acompañando en todo momento a quien fuese su compañero de vida a nuestro Pastor Armando Azócar.
Nuestra amada Pastora, quien por más de 42 años fue un pilar fundamental de la Iglesia, destacó siempre por su bajo perfil, por el hermoso Don de Oración que Dios le otorgó y las experiencias que transmitió miércoles a miércoles a sus queridas hermanas Dorcas.
Enseñando a través de su ejemplo, mostrando siempre su abnegación por los caminos del Señor, su amor incondicional por su Iglesia y la preocupación por cada una de sus ovejas que Dios le entregó junto a nuestro amado Pastor Armando.
Siempre vimos reflejado como un gran ejemplo el amor que sentía este hermoso matrimonio, la delicadeza con nuestro Pastor hablaba de su “Juanita”, el amor que le profesaba a nuestra Pastora con cada mirada. Y las múltiples atenciones que nuestra Pastora Juanita le dedicaba a su marido caracterizadas por el cuidado de su persona, la preocupación por tener siempre a nuestro Pastor el mejor cubierto, la mejor vajilla, la mas linda de las sonrisas y todo lo que su esposo pudiera necesitar.
Nuestra Pastora Juanita tenía todo en perfectas condiciones para atender y regalonear a su Pastorcito.
Y como olvidar los hermosos rosales que nuestro Pastor Armando tenía en su jardín criadas con el amor apasionado que sentía y que a sus noventas años aun cortaba para su amada esposa nuestra Pastora Juanita.
Fueron 70 años de amor, cuidados, atenciones y por sobre todo, dedicación por la obra del Señor, los que convirtieron a este matrimonio en unos de los íconos de nuestra iglesia.
Hoy a un año de su partida queremos recordarle. Sin duda una tremenda bendición haber compartido junto a ella por más de 40 años el evangelio, guiándonos siempre en el camino correcto, enseñándonos a través de su ejemplo, aprendiendo que la oración es la mejor receta para llegar a Dios siendo así el conducto que nos lleva directamente al trono de Dios, donde él presta oído atento a la voz de sus hijos.
Sin duda Dios se ha llevado a una Gran Mujer, a una Sierva Digna de Él.